Al producirse el golpe militar del 18 de julio de 1936, la jovencísima Elena trabajaba en la delegación del gobierno vasco en París y se alistó voluntariamente en el ejército republicano con una acreditación del periódico cristiano demócrata L’Eveil des Peuples. Estuvo en las trincheras del frente en Carabanchel y fue testigo de la valentía de los defensores de la capital frente a un enemigo superior en armas y recursos. Tras la victoria franquista, se refugió primero en Francia y luego en Inglaterra, en donde documentó las conversaciones extraoficiales entre el entorno de De Gaulle y Manuel Irujo con miras a crear un batallón de gudaris integrado por las fuerzas de la Francia libre.
Después del desembarco aliado en el norte de µfrica, formó parte, en Argel, del comité de ayuda a los republicanos españoles apriscados en los campos especialmente creados para ellos por el régimen de Vichy y, de vuelta a la ex metrópoli, intervino en la creación del Círculo García Lorca, formado por intelectuales y políticos de Izquierda Republicana, PSOE y la CNT. Colaboró asimismo en la agencia del gobierno republicano en el exilio encargada de la acogida de supervivientes del universo concentracionario nazi: el ex presidente Francisco Largo Caballero figuraba entre ellos, y Elena de la Souchère se ocupó abnegadamente de él hasta su fallecimiento a consecuencia de los padecimientos sufridos en los campos.
Sin desanimarse por el pragmatismo político y estratégico de las democracias occidentales respecto al caudillo, prosiguió su labor en la agencia Havas y en la prensa de izquierdas en calidad de especialista en España e Iberoamérica.
Del prólogo de Juan Goytisolo