Yves Bonnefoy (Tours, 1923-París, 2016) es un nombre central de la poesía de nuestro tiempo. Desde la publicación en 1953 de su primer libro, Del movimiento y de la inmovilidad de Douve, Bonnefoy desplegó una intensa labor poética y ensayística –que incluye trabajos fundamentales sobre arte, traducción y mitología– centrada en la importancia del lugar y la presencia, esto es, en los vínculos que la percepción humana establece con su entorno mediante el lenguaje, la imaginación y la memoria.

Se reúnen en este volumen dos de sus últimos libros de poemas, La larga cadena del ancla (2008) y La hora presente (2011), caracterizados por una mayor libertad formal y un estilo suelto y despojado, capaz de iluminar los más diversos asuntos. Desde las meditaciones en verso libre de los dos poemas homónimos a los sonetos irregulares con que responde al estímulo de viajes, lecturas y recuerdos infantiles, pasando por largos textos en prosa en los que el misterio y un idioma de rara transparencia se alían para proponer variaciones sobre el mito del Edén, el Hamlet de Shakespeare o la visita de la muerte, la voz de Bonnefoy se fue haciendo con los años más honda, sabia y apremiante que nunca.

Basta con que algo me conmueva –puede ser lo más humilde, una cuchara de estaño, una caja de hierro oxidado con imágenes de otro siglo, un jardín entrevisto a través de arbustos, una horquilla contra un muro– para
que el ser se escinda, y su luz, y me encuentre en el exilio.
YVES BONNEFOY