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Luzi, Mario
Nació en Castello, Florencia, en 1914. Es poeta, ensayista, dramaturgo y traductor, además de uno de los grandes líricos europeos del siglo XX, y a esta faceta debe sin duda su reconocimiento, aunque los otros aspectos de su producción literaria no son menos importantes. La crítica suele relacionar a Luzi con la corriente del hermetismo (especialmente con la generación de los neoherméticos), pero ello se debe más a los orígenes y a los primeros libros del autor que al conjunto de su trayectoria, una trayectoria difícil de encasillar y que marcada por una constante exploración se extendió durante más de setenta años. Figura notoria en su país también por su compromiso cívico, que lo llevó a realizar frecuentes intervenciones públicas, fue nombrado senador vitalicio de la República italiana en 2004, mientras que como escritor recibió siempre una gran atención, materializada tanto en importantes premios (el Montale, el Carducci, etcétera) como en exposiciones, homenajes y congresos. Su magisterio fue ampliamente reconocido por varias generaciones de poetas italianos. Desde su primera entrega poética, en 1935 (La barca), pasando por sus libros siguientes: Adviento nocturno (1940), Un brindis (1946), Cuaderno gótico (1947), Primicias del desierto (1952), Desde el fondo de los campos (1965), En el magma (1966), Sobre fundamentos invisibles (1971), Al fuego de la controversia (1978), Por el bautismo de nuestros fragmentos (1985), Frases e incisos de un canto saludable (1990), Viaje terrestre y celeste de Simone Martini (1994), Bajo forma humana (1999) y Doctrina del extremo principiante (2004), hasta llegar al póstumo Déjame, no me retengas (2009), que recoge textos considerados por Luzi como prácticamente definitivos. Una de las notas características de su producción es su visión trascendente del mundo sensible, que lo lleva, partiendo de la descripción del mundo y de sus gentes, a la reflexión sobre su estado interior y sobre la condición humana en su efímera participación, con todo lo creado, en el reino de la constante transformación y el cambio. Su interés por mostrar la multiplicidad del mundo, de lo humano y lo no humano, le hizo convocar otras voces en su poesía mediante un diálogo continuo con otros seres, presentes y ausentes, un diálogo que refleja así la hechura y el caos reinante en el mundo, pero también su armonía diseñada, que demuestra adoptando el punto de vista de lo extrahumano: las criaturas del mundo, los insectos, los vegetales, los minerales. Poesía polifónica a menudo, aunque sin dejar de reflejar auténticamente la voz del poeta, que, en mixtura entrelazada de poesía y pensamiento, también convierte en uno de sus grandes centros de reflexión la tarea ética del poeta, su compromiso con la palabra y con el mundo, la íntima relación entre la palabra y lo nombrado. Murió en Florencia en 2005.