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Alberti, Rafael
Nació en El Puerto de Santa María, Cádiz, en 1902. No sólo es uno de los poetas decisivos de la Generación del 27, sino un autor sin cuya obra sería muy difícil comprender la creación poética del presente siglo en España. Lirismo y compromiso social, la voz de la tradición y la de las vanguardias, un formalismo magistral y un contenido que pone de relieve, a veces de manera descarnada, al hombre del siglo XX, se funden de continuo en esa obra. Alberti, un poeta que más allá de las tensiones y de las vicisitudes de la historia fue ante todo fiel a la tierra que le vio nacer, el sur de la Andalucía gaditana, la bahía y el mar; tierra que como un símbolo va y viene de continuo por sus libros ofreciendo al lector claves paisajísticas y vivenciales, oníricas e históricas. En libros como Marinero en tierra, La amante o El alba del alhelí tiembla la tradición renovada y fresca de Cancioneros y Romanceros. Las influencias gongorinas y de vanguardia darán lugar a un libro muy de Alberti, Sobre los ángeles; obra que anuncia ya las tensiones del crecimiento interior y exterior que preludian, primero, los días de la dictadura de Primo de Rivera y, luego, la Segunda República. Lirismo y compromiso se funden y se confunden en los poemas escritos durante los años de la guerra civil: Con los zapatos puestos tengo que morir, El poeta en la calle o De un momento a otro. El exilio y, concretamente los años pasados en Argentina, le permiten recuperar de nuevo su voz lírica y honda, su destreza formal, en algunos de los que quizá sean sus mejores libros, Retornos de lo vivo lejano, Baladas y canciones del Paraná o A la pintura. Cuando a los 60 años, en 1963, Rafael Alberti se instala en Roma, la vieja Europa de los mitos y de sus antepasados vuelve a vibrar en libros como Roma, Peligro para caminantes o Los 8 nombres de Picasso. Las populares «canciones» de su heterónimo Juan Panadero se van entrelazando siempre el compromiso social alternándose con su voz lírica en sus últimos libros, en los que el autor no renuncia a una emoción tierna, contemplativa y amorosa. En 1977, coincidiendo con el restablecimiento pleno de la democracia en España, Alberti regresa a su país y su obra adquiere una gran resonancia. El premio Cervantes, que se le concede en 1983, será la culminación de esa resonancia pública. Murió en su misma ciudad natal en 1999.